¿Alguna vez has visto una rabieta descontrolada en el supermercado? ¿Te has sentido frustrado en una situación similar con tus hijos? Ser padre o madre implica un intenso viaje emocional, y aquí te explicamos por qué.Las personas reaccionan a lo que sucede a su alrededor. Percibimos a través de lo que escuchamos, olemos, vemos, saboreamos o tocamos. Nuestros sentidos están siempre alertas, enviándonos señales cuando algo no está bien.Piensa en cómo te sentirías si caminaras por una calle solitaria y escuchas unos pasos acercándose cada vez más. Poco a poco, tus sentidos y experiencias pasadas crean un contexto para lo que estás viviendo. Cuando esos pasos se acercan aún más y la persona te toca el hombro, tu corazón ya está acelerado y tus emociones comienzan a enviarte mensajes sobre lo que está sucediendo.En esta situación, las personas suelen tener dos opciones: huir o luchar. ¿Qué harías tú?Cualquiera de las dos opciones sería una reacción normal, impulsada por la información externa que desencadenó cambios fisiológicos en tu cuerpo y te motivó a actuar de alguna manera.Las emociones son reacciones que se activan como respuesta a un estímulo, evento o situación y nos impulsan a la acción. Hay tantas emociones como colores. Las más comunes son miedo, alegría, ira, sorpresa, tristeza y disgusto. A estas las llamamos emociones básicas, y se representan con las mismas expresiones faciales en todo el mundo.Algo muy importante que debemos recordar es que las emociones son fugaces; duran solo unos pocos segundos. Una vez que las sientes, no puedes evitarlo. Son mensajeras, cada emoción aparece para decirte que algo está sucediendo, algo que requiere tu atención.Entender las emociones no es fácil, especialmente si tienes 3, 4 o 5 años y tu cerebro aún está en desarrollo. Para poder controlar las emociones y evitar situaciones como la que mencionamos antes, es importante primero controlar nuestras acciones. Esto solo es posible cuando la corteza prefrontal de nuestro cerebro está completamente desarrollada, y eso no sucede hasta que tenemos alrededor de 25 o 30 años.Ahora puedes ver por qué tus hijos necesitan de ti, de tu corteza prefrontal madura, para ayudarles a comprender lo que están sintiendo, cómo se llama la emoción, qué pasa cuando cruzan un límite o cómo resolver un problema.