Son expresiones que muchos papás y mamás admiten haber dicho a sus hijos. A veces, el poder de las palabras puede generar emociones desagradables en quienes las escuchan. En general, este tipo de frases impacta directamente en cómo se sienten nuestros hijos: puede disminuir su confianza en sí mismos o incluso la confianza que tienen en nosotros para comunicarse abiertamente.¿Cómo definirías la relación que tienes con tus hijos? ¿Saben comunicar lo que necesitan? ¿Quién se encarga de cubrir esas necesidades?Todos los seres humanos necesitamos comunicarnos. Desde pequeños, expresamos algunas de nuestras necesidades a través del llanto o la risa: así damos a entender si tenemos calor, hambre o sueño. Comenzamos formando vínculos emocionales con nuestros cuidadores —a menudo mamá y papá—, de quienes aprendemos cómo construir relaciones y sentir que tenemos una base segura y protectora con adultos disponibles y dispuestos a estar ahí para nosotros. Pero ¿qué sucede cuando esa conexión no es segura?Respetar las necesidades de nuestros hijos es esencial, ya que siempre dependerán de un adulto. Por eso, el tipo de relación que construimos con ellos es tan importante: va mucho más allá de solo estar físicamente presentes.Satisfacer las necesidades de amor, cuidado y protección de los niños forma parte del apego seguro que, como adultos responsables, debemos crear para que, a medida que crezcan, puedan desarrollar relaciones más saludables, alcanzar independencia emocional, aprender a manejar sus sentimientos, reconocer su propio espacio y enfrentar los retos de la vida de la mejor manera posible.Construir vínculos saludables con nuestros hijos significa enseñarles que estar juntos es motivo de alegría, mientras que la separación es algo natural. Crear este tipo de relaciones previene el apego ansioso, dependiente o poco saludable, y en su lugar fomenta la seguridad, la confianza y el bienestar emocional.Cómo saber si tienes un apego seguro con tu hijoEstás presente y consciente en los momentos que compartes con ellos, manteniéndote fiel a ti mismo como persona.Los acompañas y guías, honrando tu papel como adulto y respetando su etapa de desarrollo sin intentar adelantarla.Sabes establecer límites para protegerlos y promover tanto su seguridad como su independencia.Expresas tus sentimientos mediante palabras, afecto físico o gestos significativos.Disfrutas de su compañía, pero también valoras y haces tiempo para ti.Si respondiste “sí” a tres o más de estos puntos, vas por buen camino para construir un apego seguro con tus hijos. Si no es así, considera las siguientes recomendaciones: