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Tiempo frente a pantallas en los colegios: por qué el debate necesita un nuevo enfoque

24-09-2025

A medida que la inteligencia artificial y las herramientas digitales continúan evolucionando en el aula, tanto educadores como padres se enfrentan a una pregunta fundamental: ¿cuánto tiempo

Sin embargo, la respuesta podría no estar en la cantidad de tiempo frente a la pantalla, sino en su calidad. Un número creciente de educadores, investigadores y redes escolares pide un cambio de enfoque: de “tiempo frente a la pantalla” a “valor de la pantalla”.

Esta perspectiva es respaldada por la Red de Expertos sobre la Dimensión Social de la Educación y la Formación (NESET), una red consultiva de expertos establecida por la Comisión Europea para proporcionar información basada en evidencia sobre las dimensiones sociales de la educación. En su informe de 2025, NESET enfatiza que el uso educativo de la pantalla se asocia consistentemente con resultados académicos positivos, mientras que el uso pasivo o dirigido al entretenimiento —especialmente redes sociales y televisión— suele vincularse con un desempeño menor. La conclusión es clara: centrarse únicamente en limitar el tiempo frente a la pantalla pasa por alto la cuestión más matizada y productiva del valor de la pantalla: qué hacen los jóvenes con sus pantallas y cómo las escuelas y familias pueden apoyar un compromiso de mayor valor.

En otras palabras, no todo uso de la pantalla es igual, y comprender cómo se utiliza la tecnología, en lugar de solo cuánto se usa, es clave para lograr aprendizajes significativos y apoyar el bienestar estudiantil.

Las limitaciones del tiempo frente a la pantalla como métrica
El aumento del aprendizaje digital, acelerado durante y después de la pandemia, provocó un incremento notable en la exposición de los niños a las pantallas, aumentando más del 50 % entre 2020 y 2022. Este aumento generó preocupaciones sobre la reducción de la atención, la alteración del sueño y la disminución de la actividad física.

Sin embargo, muchos expertos ahora sostienen que el tiempo frente a la pantalla es una medida demasiado simplista para evaluar el riesgo o valor educativo. Como se destaca en el informe NESET de la Comisión Europea, el uso pasivo de la pantalla, como ver videos o navegar sin estructura, ofrece poco beneficio educativo. En contraste, las herramientas digitales bien diseñadas, cuando se usan con propósito, pueden mejorar la diferenciación, acelerar la retroalimentación y optimizar los resultados de aprendizaje.

La verdadera pregunta, por lo tanto, no es solo cuántas horas pasan los estudiantes frente a las pantallas, sino si esas horas contribuyen a un aprendizaje significativo.

Una conversación más matizada
“Los padres tienen razón al hacer preguntas sobre el uso de pantallas”, dice Emily Porter, Directora de Aprendizaje del Grupo en International Schools Partnership (ISP). “No se trata simplemente de tiempo frente a la pantalla versus ‘valor de la pantalla’: se trata de hacer que el tiempo frente a la pantalla sea valioso. Padres y educadores necesitan apoyo para poder establecer límites saludables en casa y esperar un uso con propósito de la tecnología en la escuela. La tecnología inunda todos los aspectos de nuestra vida y navegarla es difícil. Escuelas y familias deben trabajar juntas para apoyar a los niños; es una conversación que todos necesitamos tener”.

ISP ha introducido el término “valor de la pantalla” para cambiar la conversación de cuánto tiempo pasan los estudiantes frente a las pantallas hacia cómo se utiliza ese tiempo de manera significativa. Esto no busca justificar el uso de pantallas, sino redefinirlo.

Porter se encuentra entre un número creciente de líderes educativos que abogan por un enfoque más informado y basado en evidencia sobre el aprendizaje digital. El grupo escolar, que opera más de 100 colegios en 25 países, ha desarrollado el principio del “valor de la pantalla” como parte clave de su estrategia de tecnología educativa, priorizando la calidad del compromiso sobre la cantidad de uso.

Su modelo replantea el debate digital. En lugar de simplemente aumentar el tiempo frente a la pantalla como sustituto de la innovación, las escuelas integran nuevas herramientas solo cuando demuestran mejorar el aprendizaje de los estudiantes, la efectividad docente o la experiencia en el aula.

“El objetivo”, dice Porter, “no es rechazar la tecnología ni adoptarla ciegamente, sino comprender verdaderamente su valor. En un entorno complejo y en rápido movimiento, estamos ayudando a escuelas, docentes y familias a navegar con propósito, respaldados por evidencia, no por suposiciones”.

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