“Si no recoges tus juguetes, te los voy a tirar”, “Si no te lavas los dientes, no hay tele”, “Si siguen peleando, los castigo a los dos” ¿Te ha pasado estar en alguna de estas situaciones? ¿Qué tan frecuente es para ti? ¿Crees que podrías hacer las cosas diferente?Como papás y mamás, es muy frecuente decirle esas frases a nuestros hijos para lograr que cumplan con lo que les pedimos, sin embargo, es más difícil seguir una instrucción si no sabemos por qué nos lo están pidiendo o para qué sirve cumplirlo.En este tipo de situaciones lo que mejor funciona es ser disruptivos. Ser disruptivos es hacer las cosas de otro modo, buscar la manera de hacer entender a nuestros hijos lo que deben de cumplir, lo que está mal y en general para educarlos de manera óptima, en resumen esto es algo muy parecido a la crianza enfocada en la disciplina positiva.Para entender este concepto, hablemos primero sobre la positividad, ¿alguna vez has conocido a alguien con un enfoque de vida positivo?, ¿cómo es esa persona anímicamente?, ¿cómo es su relación con los demás?, ¿qué frases dice frecuentemente?Cuando estamos cerca de personas positivas, su sola presencia hace que nos sintamos bien. Y estamos hablando de personas que tienen pensamiento positivo realista, es decir, personas que saben que lo malo es pasajero y no permanente, que el fracaso es un obstáculo y no un final, que no generalizan, que se reponen rápido de las adversidades y que tienen mejores relaciones con los demás.Las personas con positivismo extremista son aquellas que no calculan los riesgos, piensan que todo va a salir bien y se sientan a esperar a que todo llegue, tienen un pensamiento rígido y poca responsabilidad ante las circunstancias.Regresando a lo positivo en la crianza positiva, nos estamos refiriendo a que puedas notar todo aquello que tus hijos sí logran y todo aquello que les interesa y que puede favorecer su desarrollo óptimo.En otras palabras, llevar este tipo de crianza se relaciona con ser para nuestros hijos: respetuosos, motivadores, mostrar interés genuino en ellos, ser gentiles, fomentar habilidades para la vida, con el único fin de lograr que esas enseñanzas, en las edades en las que están nuestros hijos actualmente, surtan un efecto a largo plazo en sus vidas para que sean personas respetuosas, logren resolver problemas eficientemente, tengan mejores relaciones con los demás, entre otros.